La Internacional urbana

Por Antònia Sabartés, Secretaria General Euroregión Pirineos Mediterrànea, directora de relaciones internacionales del Ayuntamiento de Barcelona (2003-2009)
Cuando me informaron del centenario del movimiento municipalista sentí un cierto vértigo y me di cuenta de que, de estos 100 años, he pasado 23 absolutamente inmersa en este mundo. Sin duda los mejores años profesionales de mi vida.
Y la historia empieza en 1986, cuando llegué a París para trabajar en la Federación Mundial de Ciudades Unidas, presidida en aquella época por Pierre Mauroy.
En París viví la elección de Barcelona como sede de los JJOO de verano del 1992 y también recibí una propuesta del Ayuntamiento de Barcelona, que era miembro de la FMCU, para volver a casa y trabajar junto con el Alcalde Pasqual Maragall y el Teniente de Alcalde Jordi Borja en la creación de una estrategia y un equipo internacional.
Los cuarenta años de dictadura hicieron que con la llegada de la democracia llegara también un ansia por conocer qué sucedía en otras ciudades y en establecer relaciones a través de las organizaciones existentes.
Desde mi punto de vista, el momento clave del proceso unificador es la elección en 1991 de Pasqual Maragall como presidente del CMRE. A partir de ahí, con un gran debate de por medio sobre si las ciudades debían tener espacio propio o debían pasar necesariamente por el filtro de las asociaciones, comenzó una nueva etapa.
Una etapa que se inicia el año 1992 en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro, cuando por vez primera un alcalde habló ante Naciones Unidas. Fue Jean Doré, alcalde de Montreal, gracias a un grupo de coordinación que habíamos establecido, el G4.
Ahí comprendimos, como ya lo habíamos hecho a escala europea, que la unión sería nuestra fuerza, y nuestro objetivo, impulsar el rol y la voz de las ciudades en la escena internacional.
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